martes, 23 de diciembre de 2008

Las Raíces

¿Quién hubiera imaginado que nunca más iba a pisar ese suelo?

Las raíces son importantes, sí. ¡Afirmo!. Cuando vamos tomando los caminos que la vida, o que cada uno de nosotros armamos, reunimos un equipaje quizás intangible, ilegible algunas veces. Y es que, esa fórmula que contiene las caras nuevas que descubrimos, las experiencias, las recaídas, la soledad o el desamor es clave. Es lo que somos, parte de esa esencia de la que imagino. No creo que el lugar donde uno nace sea el lugar de las raíces... cada ser ha de sentirse al menos medianamente feliz habiendo encontrado un rincón del mundo que le permita serlo como se debe. Que le permita ser y vivir. Que le permita construir una identidad, una ideología; en fin...

Las raíces entonces son importantes, tanto como para buscarlas cueste lo que cueste. Claro que hay demasiadas complicaciones y factores que no facilitan esa búsqueda de la que escribo.

Y eso, hoy empiezo a describir lo que son para mí. Porque si deseo algo antes de irme es encontrar las mías. Compartirlas, edificarlas y reforzarlas con lo(s) que me hará(n), en un futuro, ser y vivir.

Nada.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Domingo a las once y media de la noche, cuido mi casa con 7 u 8 amigotes de mi hermanito. Me tapo con una toalla.
' Ganas terribles de que suene el timbre - ¡Sari, para vos! - '
Horrible, condición patética.

Finalmente, la única solución sería qu
e Paloma estuviera acá, hablando de las indecisiones o confusiones (ajenas), o (en su defecto) estar en casa de alguien.
Y por décima vez me repito:
¿Y Julián?



Automáticamente edito entrada y me voy a leer o a pintar ¡Qué asco de día! Quisiera vivir
sola.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Sueño con el Gringo

Esta semana terminé un libro (Marcela Serrano). Fue genial, me encantó y me felicité por haberlo elegido al azar de la biblioteca de casa. Maravilloso, chocante. El Gringo (personaje) me había hecho pensar en muchas cosas, me recuerda a alguien importante, me gusta cómo es. El Gringo es casi real; imagino cómo podría ser mi vida con él.
Ahora bien, no sólo imaginarlo basta (parece); la noche del viernes cinco, soñé con el Gringo. Sus características... perfectamente real. Y estaba conmigo; en el campo y yo corría. Lo buscaba, creo. Habían otras personas, quizás algunas mujeres lo reclamaban (no me extrañaría). Lo cierto es que desperté con la más extraña emoción. Sí, soñé con el Gringo, interesante, maravilloso.

Eso, no todos los sueños tienen finales felices, pero con este así se sintió.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Marc Chagall, mi felicidad y una cabra violinista (II)

Retomando ideas, recuerdo a esa protagonista de una película que vi al menos cinco veces. Hablando sobre La Mariee (del querido Chagall) afirma ella, con la sonrisa más radiante que quisiera uno tener al lado, que la felicidad debía sentirse así... una novia, y una cabra violinista flotando en un fondo azul. Y concuerdo con ella.
Me reconocí en sus palabras, conocí a Chagall y a sus fondos de estridentes colores y de caballos flotando. Observé La Mariee unas cuantas veces ya y la idea me revuelve entera. Claro que no creo que la felicidad en sí se base o asocie a un solo concepto, es otra de las tantas ¿cosas? tan relativas... que sería inútil encasillarla. Mi felicidad puede ser tan relativa como la de cualquiera, además, no soy plenamente capaz de definirla, sin embargo veo a la cabra violinista y a esa novia y deseo vivir esa mezcla de surrealismo y qué-se-yo-qué-otras-cosas; me emociona y me conmueve. Marc Chagall y estos dos protagonistas me enamoraron. Es raro. Raro, sí. Pero reconfortante.

La Mariee